“Y Ascendió al Cielo”

Cristo después de haber dado su vida en la Cruz por la salvación de todos, luego de haber resucitado al tercer día, ahora asciende glorioso a la derecha del Padre.
Demuestra de un lado ser Dios, asciende por su propio poder como Segunda Persona de la Santísima Trinidad, como hijo de Dios encarnado glorioso.
Pero también, es el reconocimiento y gratificación por decirlo de alguna manera, por parte de su Padre Celestial, por haber cumplido a plenitud la misión  de Salvación de la humanidad y la Redención, que le había encomendado. Es el premio, al amor mismo. Es el gozo del bien, por sí mismo.
La Ascensión por tanto es un llamado desde la fe en Cristo a elevar nuestro nivel humano, a ser más pacientes, serviciales, constantes, nobles, tratables y tolerantes.
La Ascensión es una invitación a elevar nuestro interés por el trabajo, hecho con más organización, disciplina, amor, gusto y dedicación.
La Ascensión es una motivación a mantener bellas, aseadas las ciudades, nuestras casas y calles; a sabernos vestir con decencia y buen gusto, a saber conversar con libertad, sencillez y dignidad. Es buscar superarnos en lo cultural, en lo económico y social, para percibir desde ya, un destello de la Gloria del Padre.
Pero también la Ascensión es un querer sentir a Dios, amarlo como Padre.
Es creer en la práctica que Dios nos quiere tanto, que nos ha hecho libres y creer en que podemos amar; es confiar en nuestra conciencia recta, en nuestras buenas actitudes. Es estar conscientes de que Él confía en nuestros buenos proyectos y obras, porque están dentro de su Plan Salvífico; y así poder vivir la fe, esperanza y amor.
Ascender es poder un día también vivir eternamente, la felicidad esplendorosa y sensible de la presencia y compañía de Dios, de la Virgen y de la humanidad dichosa.
Mañana es día de la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales.

SE SEPARO DE ELLOS SUBIENDO AL CIELO
Cuando yo sea levantado de la tierra, atraeré a todos hacia mí” (Juan 12, 32). La elevación en la Cruz significa y anuncia la elevación en la Ascensión al cielo. Es su comienzo. Jesucristo, el único Sacerdote de la Alianza nueva y eterna, no “penetró en un Santuario hecho por mano de hombre…, sino en el mismo cielo, para presentarse ahora ante el acatamiento de Dios a favor nuestro” (Hebreos 9, 24). En el cielo, Cristo ejerce permanentemente su sacerdocio. “De ahí que pueda salvar perfectamente a los que por él se llegan a Dios, ya que está siempre vivo para interceder en su favor” (Hebreos 7, 25). Como “Sumo Sacerdote de los bienes futuros” (Hebreo s 9, 11), es el centro y el oficiante principal de la liturgia que honra al Padre en los cielos. (Catecismo de la Iglesia Católica 662)


Mons. Antonio José López Castillo
Arzobispo de Barquisimeto

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