Vida en Pentecostés

Nuestro Pentecostés


"Os conviene que yo me vaya, porque si no me fuere, el Abogado no vendrá a vosotros, pero , si me fuere, os lo enviaré... el Espíritu de verdad os guiará hacia la verdad completa" (Juan 16:7-13).

Si usted es un cristiano sin vida, sin reventar de alegría, quizás le pase lo que a los Apóstoles, que estuvieron 3 años con Jesús, fueron ordenados sacerdotes el Jueves Santo... pero hasta Pentecostés no conocían ni vivían las maravilla del Cristianismo...

El Domingo de Resurrección estaban con "miedo", cerradas las puertas por temor a los judíos (Jn.20:19)... fue en Pentecostés donde se dieron cuenta de lo grandioso que tenían: Jesús ya no estaba entre ellos, en carne y hueso, pero ahora era mucho mejor, ahora Jesús ¡estaba dentro de cada un de ellos!...

En Pentecostés lo comprendieron... y desde Pentecostés vivieron lo maravilloso que tenían, ¡el cristianismo!...

La obra de Jesús no terminó en el Calvario, ni en la Resurrección, ni en la Ascensión... se completó en Pentecostés... cuando envío el Espíritu Santo que condujo a los Apóstoles a la verdad completa...

Tu y yo necesitamos también al Espíritu Santo, dejarnos saturar de su Amor, que no nos pase lo que a los Apóstoles, ya ordenados sacerdotes, y sin saber ni vivir la maravilla de Cristo...

Todo esto que venimos hablando del Cristianismo es una utopía, ¡algo imposible de vivir!... Dar gracias a Dios por todo, hasta en el dolor... ser pobres felices... amar al que me odia... dar mi vida por el vecino... ser otro Cristo... ¡realmente una utopía!... un imposible para cualquier hombre, ¡pero un posible para Dios!...

El Espíritu Santo es el único maestro del cristianismo, para poderlo comprender, y, sobre todo, para poderlo vivir...

Sin el Espíritu Santo en nuestras vidas, somos nada, hojas que lleva el viento, cristianos tan flacos como los mismos Apóstoles hasta Pentecostés...

En Pentecostés, a los Apóstoles se les quitó el temor, empezaron a predicar a Cristo, sin miedo a nadie ni a nada, ¡con Jesús en su corazón!... y ahí nació la Iglesia al mundo... La Iglesia de Cristo nació realmente en el Calvario, como todos los nacimientos, envuelta en sangre y dolor, pero se hizo pública al mundo en Pentecostés, entre gozos y amor... un "mundo", en Hechos 2, representado por toda clase de razas y lenguas: Medos, partos, judíos, egipcios, romanos...

Tu y yo necesitamos nuestro Pentecostés, ¡como los Apóstoles!... ¡como la Virgen María!... lo que vamos a ver a continuación.



"Nuestro" Pentecostés

"El Espíritu Santo vendrá sobre ti... y por eso el hijo engendrado será santo, será llamado Hijo de Dios" (Lucas 1:35).

Tu y yo necesitamos "nuestro" Pentecostés, como lo necesitaron los Apóstoles, que habían recibido el Espíritu Santo en su Bautismo y de forma especial en su ordenación sacerdotal... pero no comprendieron ni vivieron la maravilla gozosa del cristianismo hasta "su" Pentecostés, en Hechos 2.

Tu y yo nos llamamos y somos cristianos... decimos que cada vecino es Cristo, ¡pero en cada minuto de día no tratamos a nuestro vecino como a Cristo!... Somos "otro Cristo", pero no somos mansos como Cristo, ni expulsamos demonios como Cristo, ni sanamos enfermos, ni resucitamos muertos como Cristo... a los Apóstoles les pasó lo mismo: Solo desde su Pentecostés comenzaron a ser testigos de la resurrección de Cristo, con su vida de gozo, dando a Dios gracias en todo... y viviendo como "otros Cristos", siendo mansos como Cristo, expulsando demonios como Cristo, sanando enfermos y resucitando muertos como Cristo-Jesús... ¡es la historia gloriosa de los Hechos de los Apóstoles!...

¡Tu y yo necesitamos "nuestro" Pentecostés!...

Hay 7 episodios de Pentecostés en el Nuevo Testamento:

1- El primero, le ocurrió a la Virgen María en Mateo 1, el primer capítulo del Nuevo Testamento, y en Lucas 1: El Espíritu Santo descendió sobre ella y engendró en ella a Jesús... ¡esta es la esencia de todo Pentecostés!... y con Jesús en su corazón, fue inmediatamente a "servir" a ayudar a su prima Isabel, y canto las glorias de Dios, el Magníficat, en Luc.1.

La razón de su glorioso Pentecostés, es que era "humilde esclava del Señor", como nos lo dice ella misma en el Magníficat: "Porque vio la humildad de su esclava...¡por eso! hizo en mí maravillas el Poderoso... ¡por eso! todas las generaciones me llamarán bienaventurada" (Luc.1:48-49).

El Espíritu sopla donde quiere y como quiere, es como el viento, que nadie sabe donde va ni de donde viene, le dijo Jesús a Nicodemo en Juan 3...

Pero ser "humildes", y ser "esclavos del Señor" es la mejor garantía para que el Espíritu se enamore de tí, y te llene de Cristo-Jesús...

Sólo los humildes como a Virgen María pueden comprender y vivir la maravillas del cristianismo... sólo los limpios de corazón pueden ver a Dios... (Mat.5:8).

Tenemos que ser como la Virgen María, ¡esclavos del Señor!... todo para el Niño, por el Niño, con el Niño, en el Niño... a la Virgen le era fácil, porque siempre tenía con ella a Jesús... a nosotros también nos debe ser muy fácil, porque siempre tenemos con nosotros a Jesús, que se nos presenta en el camino como blanco o moreno, rico o pordiosero... ¡cada vecino es Cristo! (Mat.25:31-46).



¡Pero lo primero es la "humildad"!: Ser humildes, como la Virgen, es vivir en la verdad; la humildad es la verdad... reconocer que yo soy muy poca cosa, como una gota de agua en el océano... y que Dios lo es todo... y por eso lo tengo que alabar y adorar constantemente, y darle gracias por todo... y ¡qué ironía!, ese Dios tan inmenso, me ama tanto que murió en cruz por mí, y me espera cada día en la Eucaristía... ¡eso es humildad!.

Dios es amor, ¡y es humildad!... es todopoderoso, ¡y todocariñoso!... ¡quiere vivir en tu corazón!...

En nuestro Pentecostés nos pasa lo que a la Virgen, ¡quedamos embarazados de Jesús!, por obra del Espíritu, ¡para darlo al mundo!... ¡un embarazo sin parto es una gran tragedia!... como hijos de María, nos tenemos que parecer a nuestra Madre, como todos los hijos se parecen un poco a sus madres...

2- El segundo Pentecostés del Nuevo Testamento ocurrió cuando María, con Jesús en su corazón, fue a ayudar a Isabel... ¡y esta se llenó del Espíritu!, y San Juan Bautista también, en Luc.1... Juan saltó de gozo, e Isabel, "gritó", "con voz fuerte" la alabanza más entrañable y poética que en la Biblia se hace de Jesús: "Tu Madre es la más bendita de todas las mujeres, y bendito seas tu, Jesús, el fruto de las entrañas de María" (Luc.1:42).

Quizás tu Pentecostés ocurra cuando un cristiano te vaya a ayudar, ¡con Jesús en su corazón!...

3- El tercer Pentecostés, ¡el grande!, de Hechos 2, ocurrió después que los Apóstoles hicieron 9 días de oración, ¡la primera novena de la cristiandad!, junto con María, y con los hermanos de Jesús, que en aquel entonces eran unos 120 (Hech.1:13-15).

Los apóstoles se llenaron del fuego del Espíritu, ¡se intoxicaron con el Espíritu!, que es más fuerte que cualquier droga, como nos dirán Pedro y Pablo (Hech.2:15, .5:18)...

Y con Jesús en su corazón, prendieron fuego al mundo entero conocido... en unos 30 años, el cristianismo llegó a toda Europa, hasta España...

Este "fuego del Espíritu" era Jesús en sus corazones, que les hacia vivir con gozo y amor, sin miedo a nadie ni a nada, y amándose los unos a los otros... no fueron sus prédicas lo que expandió el cristianismo, ¡había otros oradores mucho mejores que ellos!... ¡era su vida!, llena de alegría y de amor... ¡y todos se querían unir a ellos!... vivir la vida como ellos y con ellos...

Quizás la oración, ¡una novena!, sea una buena forma de que usted tenga su Pentecostés, haciéndola con otros hermanos, y con María en medio de ustedes...

4- El cuarto Pentecostés, el de Samaria, en Hechos 8, sucedió cuando Pedro y Juan impusieron sus manos sobre los cristianos de Samaria... y ocurrió algo tan grande que Simóm quiso comprar a Pedro el "poder de imponer la manos"... Simón había presenciado los milagros que hacía Felipe, en Hech.8:5, pero lo que realmente le impresionó fue lo que pasó en el Pentecostés (Hech.8:17)...

Siempre que estés con un sacerdote, o cualquier buen cristiano, pídele que te bendiga...

5- El quinto Pentecostés le sucedió a San Pablo, en Hechos 9, que iba en busca de los cristianos para "matarlos", y Jesús lo tiró del caballo y lo quedó ciego... y cuando Ananías a los 3 días le impuso las manos, recibió la vista y el Espíritu, y se transformó en el gran apóstol de Cristo... no porque ahora hablara mejor, sino porque explotaba de gozo y amor, con Jesús en su corazón...

6- El sexto Pentecostés, el de Cornelio y su familia, en Hechos 10, le sucedió a un "pagano", ¡a un soldado romano!, cuando Pedro le predicaba... y por primera vez se bautizó a uno que no era judío, era un gentil, ¡es el Pentecostés de los gentiles!... gracias a él tu y yo que no somos judíos, somos bautizados ahora en Cristo.

7- El último episodio de Pentecostés les ocurrió a los 12 cristianos que se encontró San Pablo en Efeso, ¡que ni siquiera habían oído hablar del Espíritu Santo!... les pasaba lo que a muchos cristianos de hoy día, que para ellos el Espíritu Santo es algo que puede ser que está ahí, pero que como que no les vale para gran cosa, no lo han experimentado... no se han llenado del fuego de su amor, ni hablan las lenguas del gozo, ¡no han explotado con Jesús en su corazón! (Hechos 19)...
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“Y Ascendió al Cielo”

Cristo después de haber dado su vida en la Cruz por la salvación de todos, luego de haber resucitado al tercer día, ahora asciende glorioso a la derecha del Padre.
Demuestra de un lado ser Dios, asciende por su propio poder como Segunda Persona de la Santísima Trinidad, como hijo de Dios encarnado glorioso.
Pero también, es el reconocimiento y gratificación por decirlo de alguna manera, por parte de su Padre Celestial, por haber cumplido a plenitud la misión  de Salvación de la humanidad y la Redención, que le había encomendado. Es el premio, al amor mismo. Es el gozo del bien, por sí mismo.
La Ascensión por tanto es un llamado desde la fe en Cristo a elevar nuestro nivel humano, a ser más pacientes, serviciales, constantes, nobles, tratables y tolerantes.
La Ascensión es una invitación a elevar nuestro interés por el trabajo, hecho con más organización, disciplina, amor, gusto y dedicación.
La Ascensión es una motivación a mantener bellas, aseadas las ciudades, nuestras casas y calles; a sabernos vestir con decencia y buen gusto, a saber conversar con libertad, sencillez y dignidad. Es buscar superarnos en lo cultural, en lo económico y social, para percibir desde ya, un destello de la Gloria del Padre.
Pero también la Ascensión es un querer sentir a Dios, amarlo como Padre.
Es creer en la práctica que Dios nos quiere tanto, que nos ha hecho libres y creer en que podemos amar; es confiar en nuestra conciencia recta, en nuestras buenas actitudes. Es estar conscientes de que Él confía en nuestros buenos proyectos y obras, porque están dentro de su Plan Salvífico; y así poder vivir la fe, esperanza y amor.
Ascender es poder un día también vivir eternamente, la felicidad esplendorosa y sensible de la presencia y compañía de Dios, de la Virgen y de la humanidad dichosa.
Mañana es día de la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales.

SE SEPARO DE ELLOS SUBIENDO AL CIELO
Cuando yo sea levantado de la tierra, atraeré a todos hacia mí” (Juan 12, 32). La elevación en la Cruz significa y anuncia la elevación en la Ascensión al cielo. Es su comienzo. Jesucristo, el único Sacerdote de la Alianza nueva y eterna, no “penetró en un Santuario hecho por mano de hombre…, sino en el mismo cielo, para presentarse ahora ante el acatamiento de Dios a favor nuestro” (Hebreos 9, 24). En el cielo, Cristo ejerce permanentemente su sacerdocio. “De ahí que pueda salvar perfectamente a los que por él se llegan a Dios, ya que está siempre vivo para interceder en su favor” (Hebreos 7, 25). Como “Sumo Sacerdote de los bienes futuros” (Hebreo s 9, 11), es el centro y el oficiante principal de la liturgia que honra al Padre en los cielos. (Catecismo de la Iglesia Católica 662)


Mons. Antonio José López Castillo
Arzobispo de Barquisimeto
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Comentario al Evangelio, por Monseñor Lopez Castillo, Domingo 02 Mayo

El amor más fuerte
Jesucristo nuestro Divino Maestro, sabía muy bien que las relaciones entre los hombres y los pueblos, se basan muchas veces, en la amenaza, en la fuerza, en una palabra en el miedo, en el rencor y la disuasión.
Todo esto no puede producir sino desconfianza y malestar. Tantas veces se confunde autoridad con mal carácter, o con humillación, también se mal interpreta, seriedad con despotismo.
Pero por otra parte, se cree que el buen trato es debilidad, o que ser bueno es ser tontos.
De allí, que en ninguna de estas actitudes existe amor.
Hemos aprendido a hacernos temer o a tener miedo, nunca a amar.
Pero resulta que el miedo es mal consejero, y sólo retiene o destruye la confianza, pero jamás construye. Crea barreras pero no une.
Es más, el rencor ahoga y envenena a los seres humanos.
El rencor mata la paz. El corroe, porque aniquila desde adentro.
Cuanta sangre ha hecho correr el rencor; desgracias, fracasos, y tragedias, fruto de esas semillas destructivas.
Por eso, es necesario educar en el amor.
Sin embargo el amor, no es cualquier producto, ni cualquier cosa.
Amar de verdad, no es fácil. Pero quien lo logre alcanzar, ha entendido lo que es vivir y qué es el cristianismo.
El amor implica vivir y hacer el bien.
Amar es reconocer que nos equivocamos, y por lo tanto nos impulsa a corregirnos y pedir disculpas.
Amar es ser justos. Amar es buscar y aceptar la verdad, es ser solidarios, saber tratar a los demás.
Amar es ser respetuosos y educados con los seres humanos y con la creación toda.
Amar es buscar soluciones a las dificultades, en vez de irse por la violencia y destrucción.
En fin, amar es reconocer que somos hermanos, hijos de un mismo Padre Dios.
Amar es generar comunicación y confianza, la cual conlleva a trabajar juntos, a mirar con optimismo y amistad la vida toda.
Por eso, Jesús desando lo mejor para todos, muy en profundo nos dice con insistencia: “Aprendan a amarse y vivirán”. Él, hoy nos recuerda sus memorables enseñanzas y la esencia de nuestro cristianismo. “Conocerán que son mis discípulos, si se aman los unos a los otros” (Juan 13,35).
Mons. Antonio José López Castillo
Arzobispo de Barquisimeto
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Vademecum, origenes

Vademecum, es el nombre de una publicación original de la Parroquia Sagrada Familia de Los Rastrojos (Estado Lara, Venezuela), es el resultado de algunos colaboradores parroquiales que vieron la posibilidad de difundir informacion catequetica y doctrinal a toda la feligresia, también tenia el proposito de ayudar economicamente a la Cáritas Parroquial. 
Especialmente dedicaron mucho tiempo a las primeras publicaciones, entre otras personas, la Ingeniero Marie E. Resta (hoy en dia religiosa),  Maria Elisa Yunes,  Graciela M. Arias B. y otros colaboradores.
En formato impreso Vademecum circulo hasta el año 2006, mismo año en que nacio en formato digital, creado por el Ing. José Tomás Pérez (Ministro E. de la Comunión).
En proximas entregas reseñaremos por escritos de los autores originales, los primeros pasos de Vademecum.

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Lo que más necesita el alma

Lo que necesita sólo puede venir desde quien nos ha hecho por amor, desde quien espera, más allá de nuestras miserias, que volvamos a sus brazos.
 
Lo que más necesita el alma


Necesitamos medicinas para curar el dolor de garganta o una infección intestinal. Las medicinas actúan y a veces funcionan en el cuerpo, pero no llegan a sanar las penas del alma.

Necesitamos casas bien construidas y seguras, que nos defiendan del frío y permitan una vida confortable. Pero la mejor casa del mundo es incapaz de arrancar depresiones, angustias y lágrimas que surgen en los corazones.

Necesitamos campesinos y vendedores que permitan la llegada de comida a los hogares. Pero por más que comamos y bebamos no podremos alargar eternamente nuestra estancia en esta Tierra.

Necesitamos momentos de descanso, ratos de sueño, deportes sanos con los amigos. Pero las heridas que dejan egoísmos y pecados siguen allí, y esperan esa decisión valiente que nos aparte del mal y nos lleve hacia lo bueno.

Necesitamos justicia y gobiernos eficaces y verdaderos, que defiendan nuestros bienes y nuestra fama, que castiguen a los culpables, que construyan sociedades más vivibles. Pero ningún político, ningún juez, puede determinar cómo será nuestra vida tras la muerte.

Por eso, lo que más necesita el alma sólo puede venir desde quien ha dado soplo a nuestro barro, desde quien nos ha hecho por cariño, desde quien espera, más allá de nuestras miserias, que volvamos a sus brazos.

Sólo Dios puede llegar a esas necesidades que llevamos en lo más dentro del alma. Sólo Dios puede, al llevarnos al sacramento de la confesión, perdonar nuestros pecados e introducirnos en el mundo de la misericordia. Sólo Dios puede bendecir matrimonios y familias, para que haya armonía entre los corazones y un amor sincero que una a los que viven bajo el mismo techo.

No podemos vivir, es verdad, sin médicos ni campesinos, sin gobernantes buenos ni ingenieros. Pero nuestra existencia es mucho más grande que las casas, y nuestros corazones buscan continuamente amores que inician en el tiempo y que nos abren a lo eterno.

Por eso, junto a tantos profesionales que hacen posible una vida más o menos aceptable, necesitamos santos en todas las profesiones y en todas las familias, que nos hablen de Dios y de Su Amor eterno.

Esos santos serán quienes nos indiquen dónde se encuentra la felicidad verdadera, dónde podremos recibir fuerzas para el perdón y la esperanza, dónde anclaremos un día, para siempre, la nave de nuestras almas frágiles y enamoradas.(Autor: P. Fernando Pascual LC | Fuente: Catholic.net)
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Comentario al Evangelio, por Monseñor Lopez Castillo, Domingo 25 Abril


Jesús Resucitado, el Gran Pastor

Jesús Muerto y Resucitado, es el Gran Pastor, es el Pastor por excelencia. Él cuida, cura y salva a sus ovejas; Él expió en su propio cuerpo, nuestros pecados sobre la Cruz, para que muertos para el pecado, viviéramos para la justicia; con sus heridas fuiste curado. Pues eran como ovejas descarriadas, más ahora han vuelto al Pastor y Guardián de nuestras almas (1Pedro 2, 24-25)

Ese pastor, es el Salvador, ya que su nacimiento en la pequeña Belén, realiza la profecía de Miqueas: “Y tú Belén, pequeña eres entre los clanes de Judá, más de ti, saldrá aquel, que ha de reinar en Israel…” (Miqueas 5,2)

A su vez, su misericordia infinita, manifiesta que Él es el Pastor anhelado por Moisés: Moisés habló al Señor: “Dios y Señor, tú que das la vida a todos los hombres, nombra un jefe que se ponga al frente de tu pueblo y lo guie por todas partes, para que no ande como rebaño sin pastor” (Números 27, 15-17)

Por eso Jesús, viendo a las muchedumbres, se apiadó de ellas, porque estaban cansadas y decaídas como ovejas sin pastor (Mateo 9, 36)

Cristo pues, es el Cordero que conduce a los hombres a la fuente de la verdadera vida: “éstos son los que vienen de la gran tribulación y han lavado sus vestiduras y las han blanqueado en la Sangre del Cordero… Porque el Ángel, que está en medio del trono, será su Pastor y los conducirá a las fuentes de las aguas de la vida…” (Apocalipsis 7,14ss)

Jesús es el camino, porque conduce a sus ovejas a buenos pastos de Salvación

Confiemos en Cristo Muerto y Resucitado, quien nos conoce y nunca nos defraudará. En él encontraremos la verdadera paz y felicidad que buscamos. Él nos ha salvado

Sigamos sus enseñanzas, porque Él nos dice lleno de bondad: “Yo soy la Puerta, el que entra por mí, se salvará” (Juan 10,9)


EL SEÑOR CONDUCE A SU PUEBLO
La Iglesia, en efecto es el redil cuya puerta única y necesaria es Cristo. Es también el rebaño cuyo pastor será el mismo Dios, como Él mismo anunció. Aunque son pastores humanos quienes gobiernan a las ovejas, sin embargo, es Cristo mismo el que sin cesar las guía y alimenta; Él, el Buen Pastor y Cabeza de los pastores, que dio su vida por las ovejas”. (Catecismo de la Iglesia Católica 754)

Mons. Antonio José López Castillo
Arzobispo de Barquisimeto
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La Iglesia es y sera siempre Santa

Tienen tiempo sacando supuestas verdades a la "luz" que afectan e hieren a la Santa Iglesia Católica, y notese bien que escribo "Santa", porque la Iglesia es y será siempre "Santa", y entiendase bien  la relación de Santidad que el mismo Dios quiere que tenga la Iglesia "La Iglesia no tiene otra luz que la de Cristo; ella es, según una imagen predilecta de los Padres de la Iglesia, comparable a la luna cuya luz es reflejo del sol."(CIC #748).
"Creer que la Iglesia es "Santa" y "Católica", y que es "Una" y "Apostólica" (como añade el Símbolo nicenoconstantinopolitano) es inseparable de la fe en Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo. En el Símbolo de los Apóstoles, hacemos profesión de creer que existe una Iglesia Santa ("Credo ... Ecclesiam"), y no de creer en la Iglesia para no confundir a Dios con sus obras y para atribuir claramente a la bondad de Dios todos los dones que ha puesto en su Iglesia" (CIC #749).
La Iglesia no deja de ser Santa por el comportamineto que tengan o dejen de tener su integrantes, ya sean fieles, o ministros que forman parte de la Iglesia clerical. Y es que esa misma "Santidad" solo depende de la voluntad de Dios, y el hecho de que los que la conforman sean pecadores no le quita para nada el verdadero sentido y misión de la Madre Iglesia.
“Este hombre recibe a los pecadores y come con ellos” (Lc 15, 1-10 ), y es que el mismo Jesús nos dice una y otra vez que ha venido a buscar el perdido, y sanar el enfermo, el juzgar a los que integran la comunidad de fe no es nuevo, y las acusaciones y difamaciones seguiran y empeoraran hasta el fin de los tiempos, pero para las personas de fe, en este sentido Dios mismo ha dejado una promesa "...Y yo te digo a ti que tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia. Los poderes del infierno no prevalecerán sobre ella." (Mt 16,18).
Si eres tu un feligres, un discipulo de Jesús o  alguien que hace vida en la Iglesia cierra tus oidos al mundo porque el mundo es sembrado de maldad y en medio de las tinieblas, y quiere confundirte para que no estes, donde tienes que estar, y recuerda "Como sacramento, la Iglesia es instrumento de Cristo. Ella es asumida por Cristo "como instrumento de redención universal" (LG 9), "sacramento universal de salvación" (LG 48), por medio del cual Cristo "manifiesta y realiza al mismo tiempo el misterio del amor de Dios al hombre" (GS 45, 1). Ella "es el proyecto visible del amor de Dios hacia la humanidad" (Pablo VI, discurso 22 junio 1973) que quiere "que todo el género humano forme un único Pueblo de Dios, se una en un único Cuerpo de Cristo, se coedifique en un único templo del Espíritu Santo" (AG 7; cf. LG 17).(CIC #776)
(Autor: José Tomás Pérez, Ministro de la Eucaristia)




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TU RESURRECCIÓN

Si, es tu resurrección, piensas en ella? en un rápido intento por recorrer las cosas que pensamos, parece que no, como que no esta en la lista de nuestras prioridades.

Cuando somos jóvenes, la prioridad la toma la diversión, las rumbas, pasarla bien... A mediana edad queremos casarnos, tener hijos, formar una familia y mantenerla (el que madura mentalmente, porque otros, siguen pensando en rumba y diversión), entre otras tantas cosas con las que nos somete el mundo.

Lo cierto es que, a cualquier edad, parece importarnos mas el mundo que nos rodea, con todo el paquete incluido de "ansias de tener", "ansias de ser reconocido", menos lo que es realmente importante: crecer espiritualmente y ponerte a la orden de Dios; y es que nos desgastamos trabajando, ganando dinero, para cubrir apariencias y asi poder decirle al otro: "mira lo que tengo", "mira como he triunfado".

Por el camino, vas dejando huellas de errores causados por tu inmadurez, (hijos, esposas o esposos,amantes, trabajos, personas heridas y lastimadas por ti) y evitando asumir responsabilidades,; nunca nos reconocemos culpables de algo, siempre es el "otro", el que tiene la culpa. Si eres estudiante dices: "es que ese profe, la tiene agarrada conmigo", si es en tu trabajo: "es que le caigo mal al jefe"; y asi vamos por la vida sin aceptar o estimular la madurez fisica, ni de conciencia.

Ni hablar de la madurez espiritual, nos basta con tener en mente las oraciones que aprendimos de niños y asistir a una que otra misa de difunto, matrimonio o exsequia, sin entender que por ejemplo el dia "Domingo" es un dia en que deberias encontrarte con el Señor, y es que Domingo, significa "Dia del Señor".

Al estar nuestra mente tan embotada y absorta de realidades vanas y sin sentido, cuando oimos hablar de "resurreciòn", nos viene a la mente solo una especie de historia, que alguna vez, escuche en alguna parte, sin llegar a entender que la vida tiene verdadero sentido cuando reconoces a tu "creador", te encuentras con él, e inevitablemente surge el encuentro contigo mmismo, como reflejo de su propia obra que ha propuesto que tu continúes y lleves a la perfección.

Hablar de resurreción también es hablar de un premio, que se le otorga al que se esfuerza por encontrar y mantener en su vida la "verdad", es ese premio el que debes anhelar y esperar confiadamente, es el premio que deseas compartir con todos los tuyos, con los que estan y con los que ya no estan.

Hermano mio, sencillamente te invito a trabajar por tu resurrección, alcanzar el premio que nos otorga el dueño de la vida y la muerte, que nos dejo en herencia al cargar con la cruz, dejarse clavar en ella y morir por todos nosotros.
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Tiempo de Pascua


El Domingo de Resurrección o de Pascua es la fiesta más importante para todos los católicos, ya que con la Resurrección de Jesús es cuando adquiere sentido toda nuestra religión.

Cristo triunfó sobre la muerte y con esto nos abrió las puertas del Cielo. En la Misa dominical recordamos de una manera especial esta gran alegría. Se enciende el Cirio Pascual que representa la luz de Cristo resucitado y que permanecerá prendido hasta el día de la Ascensión, cuando Jesús sube al Cielo.

La Resurrección de Jesús es un hecho histórico, cuyas pruebas entre otras, son el sepulcro vacío y las numerosas apariciones de Jesucristo a sus apóstoles.

Cuando celebramos la Resurrección de Cristo, estamos celebrando también nuestra propia liberación. Celebramos la derrota del pecado y de la muerte.

En la resurrección encontramos la clave de la esperanza cristiana: si Jesús está vivo y está junto a nosotros, ¿qué podemos temer?, ¿qué nos puede preocupar?

Cualquier sufrimiento adquiere sentido con la Resurrección, pues podemos estar seguros de que, después de una corta vida en la tierra, si hemos sido fieles, llegaremos a una vida nueva y eterna, en la que gozaremos de Dios para siempre.

San Pablo nos dice: “Si Cristo no hubiera resucitado, vana seria nuestra fe” (I Corintios 15,14)

Si Jesús no hubiera resucitado, sus palabras hubieran quedado en el aire, sus promesas hubieran quedado sin cumplirse y dudaríamos que fuera realmente Dios.

Pero, como Jesús sí resucitó, entonces sabemos que venció a la muerte y al pecado; sabemos que Jesús es Dios, sabemos que nosotros resucitaremos también, sabemos que ganó para nosotros la vida eterna y de esta manera, toda nuestra vida adquiere sentido.

La Resurrección es fuente de profunda alegría. A partir de ella, los cristianos no podemos vivir más con caras tristes. Debemos tener cara de resucitados, demostrar al mundo nuestra alegría porque Jesús ha vencido a la muerte.

La Resurrección es una luz para los hombres y cada cristiano debe irradiar esa misma luz a todos los hombres haciéndolos partícipes de la alegría de la Resurrección por medio de sus palabras, su testimonio y su trabajo apostólico.


Debemos estar verdaderamente alegres por la Resurrección de Jesucristo, nuestro Señor. En este tiempo de Pascua que comienza, debemos aprovechar todas las gracias que Dios nos da para crecer en nuestra fe y ser mejores cristianos. Vivamos con profundidad este tiempo.

Con el Domingo de Resurrección comienza un Tiempo pascual, en el que recordamos el tiempo que Jesús permaneció con los apóstoles antes de subir a los cielos, durante la fiesta de la Ascensión.


¿Cómo se celebra el Domingo de Pascua?

Se celebra con una Misa solemne en la cual se enciende el cirio pascual, que simboliza a Cristo resucitado, luz de todas las gentes.
En algunos lugares, muy de mañana, se lleva a cabo una procesión que se llama “del encuentro”. En ésta, un grupo de personas llevan la imagen de la Virgen y se encuentran con otro grupo de personas que llevan la imagen de Jesús resucitado, como símbolo de la alegría de ver vivo al Señor.

En algunos países, se acostumbra celebrar la alegría de la Resurrección escondiendo dulces en los jardines para que los niños pequeños los encuentren, con base en la leyenda del “conejo de pascua”.
La costumbre más extendida alrededor del mundo, para celebrar la Pascua, es la regalar huevos de dulce o chocolate a los niños y a los amigos.

A veces, ambas tradiciones se combinan y así, el buscar los huevitos escondidos simboliza la búsqueda de todo cristiano de Cristo resucitado.

La tradición de los “huevos de Pascua”

El origen de esta costumbre viene de los antiguos egipcios, quienes acostumbraban regalarse en ocasiones especiales, huevos decorados por ellos mismos. Los decoraban con pinturas que sacaban de las plantas y el mejor regalo era el huevo que estuviera mejor pintado. Ellos los ponían como adornos en sus casas.

Cuando Jesús se fue al cielo después de resucitar, los primeros cristianos fijaron una época del año, la Cuaresma, cuarenta días antes de la fiesta de Pascua, en la que todos los cristianos debían hacer sacrificios para limpiar su alma. Uno de estos sacrificios era no comer huevo durante la Cuaresma. Entonces, el día de Pascua, salían de sus casas con canastas de huevos para regalar a los demás cristianos. Todos se ponían muy contentos, pues con los huevos recordaban que estaban festejando la Pascua, la Resurrección de Jesús.

Uno de estos primeros cristianos, se acordó un día de Pascua, de lo que hacían los egipcios y se le ocurrió pintar los huevos que iba a regalar. A los demás cristianos les encantó la idea y la imitaron. Desde entonces, se regalan huevos de colores en Pascua para recordar que Jesús resucitó.
Poco a poco, otros cristianos tuvieron nuevas ideas, como hacer huevos de chocolate y de dulce para regalar en Pascua. Son esos los que regalamos hoy en día.




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